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  • Sin considerar la poes a de Villaurrutia en esta

    2019-06-29

    Sin considerar la poesía de Villaurrutia en esta ocasión, es evidente que el pasaje citado representa una elocuente cristalización del su relevancia para el pensamiento y la poética de Octavio Paz. Es notable que el juicio crítico de Paz incluya referencias CHAPS al universo —donde los opuestos coexisten y donde el ser humano también existe entre y gracias CHAPS ellos— además de referencias a la razón de ser del lenguaje: la de representar, aunque fuera muy provisionalmente, las realidades de aquel universo y los seres que lo habitan. Se aprecia cómo Paz delinea una poética del con menciones de los procedimientos biológicos de los entes vivos: de acuerdo con la perspectiva de Paz, la poesía “se planta […] echa raíces y crece” (60). Sin duda, el identificado en la obra de Villaurrutia sigue extendiendo más raíces y nuevas ramas en los escritos del propio Paz. Hay que añadir que este tipo de lectura interesada o parcial, tal como Anthony Stanton la describe (56), no es solamente auto-reflexiva sino también marcada por una profunda predilección. A causa de la evidente pasión de Octavio Paz por la poesía y las palabras en sí, se puede hablar del erotismo literario en el sentido de un anhelo constante hacia el lenguaje mismo. Junto al erotismo sexual de pareja, que también tiene una presencia indeleble en , la erotización del lenguaje y de la literatura sugiere un sentido más global del texto bajo estudio. En , Octavio Paz identifica esta índole de inter-fecundación entre el lenguaje y el cuerpo como una representación de su experiencia de la India: “Donde encontramos la erotización de las ideas es en la India. Ahí los conceptos se sexualizan, se vuelven cuerpo. Los sistemas son conjunciones eróticas” (: sin paginar). El sánscrito provee un ejemplo fascinante: “Según los textos tántricos, las consonantes del alfabeto son femeninas y las vocales masculinas; unión sexual de los fonemas, el sánscrito se funda en una teoría erótica y metafísica del lenguaje” (Areta: 158). Aunque semejantes principios ontológicos le sirven a Paz como fuente de conocimiento e inspiración, sería equivocado suponer que representa solo una ilustración de la influencia de la India en el pensamiento y la escritura de Octavio Paz. Al contrario, las reflexiones sobre la historia y las culturas de Oriente constituyen una parte integral de la poética más general de Paz. Con razón, Rachel Phillips señala que la influencia de la India y otras civilizaciones del Este en la obra paciana representa un aporte ya natural dentro del contexto más amplio del viaje epistemológico que emprende este autor en toda su carrera poético-filosófica (31). Paz residió durante largos periodos en la India, primero como secretario de la embajada mexicana y luego como embajador entre 1962 y 1968. Además, realizó varios viajes antes y después de estos años. Junto a kinetochores , no es menos notable la presencia de la India en varias obras de Paz, ya sea poéticas —por ejemplo, — o críticas —por ejemplo, Es evidente que la India representa una fuente aparentemente inagotable de fascinación e inspiración para Paz, y que estimuló en aquel autor el examen de ciertas preguntas y problemáticas desde una variedad de acercamientos, una y otra vez. En , Paz reconoce abiertamente la profunda influencia del contacto con las culturas, la historia y las sociedades de la India no solo dentro de su obra, sino también en su vida diaria y espiritual (1996b: 30). Inmerso en este mundo que produjo tantas huellas en su visión del mundo y del arte, Paz dejó su puesto como embajador a manera de protesta contra la masacre estudiantil que ocurrió en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Escribe Paz: “Decidí que no podía continuar representando a un gobierno que había obrado de una manera tan abiertamente opuesta a mi manera de pensar” (1996b: 216). Cuando leemos en : “Las relaciones entre la retórica y la moral son inquietantes: es turbadora la facilidad con que el lenguaje se tuerce y no lo es menos que nuestro espíritu acepte tan dócilmente esos juegos perversos” (1996a: 25), nos enfrentamos con una crítica que se enfoca tanto en una filosofía artística como en las realidades políticas de México en 1968, a la par que con circunstancias perturbadoras en otros países como Estados Unidos, Francia y Alemania. La política personal de Paz frente a las revueltas populares es clara. él siguió los acontecimientos de cada país “con asombro y con esperanza” (1996b: 212) y en el caso de su patria, abogó por la necesidad de una reforma democrática y se opuso rotundamente a la brutalidad empleada por el gobierno.