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  • En cuando la revista sale a la luz gobernaba la

    2018-10-25

    En 1974, cuando la revista sale diprenorphine la luz, gobernaba la otra señora de Perón, la otra Perona. No afirmamos ninguna coincidencia lógica, tan sólo cronológica. En el primer número de Persona, una foto de Isabel Perón va acompañada del siguiente texto: En negrita, la página de apoyo y referencia a Isabel Perón dice “Las mujeres argentinas estamos espiritualmente a su lado, Sra. Presidenta”. Esto hace inevitable recordar la irritación que provocaba en los opositores al gobierno peronista la rotulación de Eva Perón, en la cual insistía la propaganda oficial en las vísperas y después de su muerte, como Jefa espiritual de la Nación. El cuerpo de Evita fue repatriado el 17 de noviembre de 1974, durante el gobierno de Isabel Perón, justo dos años después de que Perón retornara al país, luego de 17 años de exilio. Dicho esto, ahora sí cabe señalar algo sobre lo que no podremos extendernos en este trabajo, pero que advertimos como una vía fecunda para encarar las relaciones entre ambos nombres. Es la conexión intrínseca entre la pertenencia imaginaria a un movimiento —componente no menor de la lógica movimientista, en tanto lógica política— y la espiritualidad. El feminismo y el peronismo parecieran compartir este aspecto, que no reduce la adscripción política o ideológica a las reglas del método intelectual, pues supone el acceso a la verdad no sólo por la vía de la razón, sino básicamente mediante una ascesis que es la del trabajo espiritual o de los ejercicios espirituales, tal como puede entendérselos en el mundo previo al advenimiento del cristianismo; es decir, la espiritualidad como una de las condiciones sine qua non de acceso a la verdad (vid.Allouch 2007). Los movimientos se autoconstruyen como experiencias espirituales, irreductibles a la razón, o —por decirlo en la clave que Lacan atribuye a la posición femenina— experiencias no todas explicables por la vía intelectual. Hay aquí, sin duda, una conexión estructural entre la experiencia espiritual y la singularidad que mueve la adscripción a un movimiento. En el significante ínfimo del nombre de la revista, se encuentran, de modo inesperado, el nombre feminista, tal como fuera concebido por las hacedoras de la revista, y el nombre peronista. La escandida historia del feminismo argentino entra en un silencio cuando se trata de los años de los dos primeros gobiernos peronistas, los cuales alteraron estructuralmente el sentido y las bases materiales de las luchas feministas en el país. La portación del nombre de la Perona en Persona es entonces una inscripción significante que podría ser pensada como algo que da cuenta del lugar del peronismo en relación al feminismo de dos maneras. Retomando a Saussure, como latencia, pero también como antecedencia de las nuevas militancias feministas que empiezan a configurarse en el pasaje de los años 60 a los trágicos 70. Lo crudo de este apartado nos aconseja hacer presente, desde ya, el carácter conjetural de muchas de las asociaciones establecidas aquí, pero, no obstante, también destacar el valor de dicho carácter hipotético en la exploración de un tema que requiere más que buscar las fuentes y constituirlas. Dicha constitución habla, al fin y al cabo, de un encuentro con ribetes inesperados entre el nombre peronista y el nombre feminista. En esa dirección, hacemos nuestra la impresión de Quignard de que “las conjeturas son delirios, pero censurarlas es demente” (Quignard 2006: 24).
    Salidas
    Hemos intentado inscribir de otro modo una historia controversial y salpicada de silencios, cuando no de olvidos, los propios y los ajenos, como fue la de los derroteros de algunas expresiones del feminismo argentino en la segunda mitad del siglo xx. Este es el lugar para enfatizar el carácter definitorio que tuvo la militancia feminista de las atemas, críticas del feminismo radical colonial de los 70, y cómo ellas consiguieron fundar las bases para el establecimiento, en nuestros días, de la legitimidad de una mirada feminista en Argentina. Se trata de un feminismo en donde es prácticamente imposible encontrar una militancia que no haya sumado a sus reivindicaciones las demandas de otras luchas —ya sean de clase, étnicas u otras—, entre ellas, el reconocimiento del carácter decisivo que tuvo el trabajo político de la militancia peronista femenina.