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  • Sin embargo no han cambiado las cosas con

    2018-11-09

    Sin embargo, ¿no han cambiado las cosas con la “Nueva Geografía Económica” que según su representante más conocido, Paul Krugman (1998, 7), “serves the important purpose of placing geographical analysis squarely in the economic mainstream”? Los geógrafos, por lo menos, se muestran poco convencidos. Para Martin (2013, 235), “(e)sta Nueva Geografía Económica [...] no es tan nueva, ni es Geografía”. Que esta noción no es exagerada se ve también en la ausencia absoluta de perspectivas espaciales en los libros de texto de macroeconomía. En el libro de texto del propio Krugman (Krugman / Wells 2012), por ejemplo, no existe ni una entrada en el índice para Geografía, Espacio, Región, Aglomeración o Ciudad. De hecho, Krugman parece ser consciente de la debilidad de su proyecto, cuando reconoce que “this name (New Economic Geography) can annoy hard-working traditional economic geographers, who feel both that many of the things the ‘new’ geographers say are old hat, and also that new economic geography ignores almost as much of the reality they study as old trade sphingosine kinase did” (Krugman 2000, 50, énfasis añadido). La omisión de la geografía en el pensamiento económico puede sorprender, ya que la ciencia económica está equipada con herramientas analíticas que tienen el potencial de llamar la atención sobre la espacialidad inherente de la economía. De manera particular me refiero al concepto de división del trabajo como principio fundamental de la organización económica. Desde los filósofos griegos hasta los análisis sobre la globalización se observa que las reflexiones sobre los beneficios económicos que empresas y sociedades pueden obtener a partir de la división del trabajo, tanto dentro de la firma como entre ellas, ocupan un lugar destacado en el pensamiento económico (Sun, 2012). No obstante, los economistas no han explotado a plenitud el potencial de un análisis de la división del trabajo, ya que sus observaciones, en la mayoría de los casos, han sido limitadas, en el sentido de que se han enfocado en las dimensiones funcionales y sociales de la división del trabajo, mientras que la dimensión geográfica relacionada con estos procesos no ha recibido la atención apropiada. Ésta precisamente es la idea central de este análisis: que la división del trabajo, entendida como una práctica económica real y no como un principio abstracto, implica al concepto de geografía. La fragmentación de un proceso de producción, la especialización de ciertos productores o trabajadores en ciertas labores, así como la re-integración última de las secciones para obtener un producto final no pueden tener lugar en la “punta de la aguja” proverbial, porque allí literalmente no caben. Las relaciones y procesos que forman y sostienen la división del trabajo siempre son desarrolladas en espacios concretos y por eso diversos, que se utilizan para darles forma y características específicas. Por ende se trata de relaciones y procesos socio-espaciales en varias escalas geográficas, del hogar, de la empresa, o de la ciudad o región, o incluso hasta en la escala de la economía mundial. Más aún, identificar el patrón espacial de las relaciones sociales de la división del trabajo rebasa una simple mirada descriptiva. Un examen de las geografías de las relaciones de producción es una herramienta poderosa para su análisis porque hace reconocible las propiedades de las divisiones del trabajo, a umbilical cord saber, su carácter jerárquico. El desarrollo desigual que caracteriza el desarrollo económico a varias escalas (de la segregación socio-económica en las ciudades, hasta la división Norte-Sur a nivel global) es, en síntesis, el resultado de una integración diferenciada de personas o sociedades, y sus lugares o regiones en la división del trabajo transfronteriza.
    Reconciliar la ciencia económica y la geografía sí es posible Paul Krugman (2013) coquetea con la geografía económica, al adular que “(it is) a field full of empirical insights, good stories, and obvious practical importance, lying neglected right under our noses because nobody had seen a good way to formalize it”. Ahora bien, su intento de formalizar y modelar todos estos conocimientos e historias para reconciliar la ciencia económica con la geografía fracasó. Es precisamente porque Krugman insiste en que modelar sea el único método suficientemente científico para un análisis espacial de la economía, un acercamiento entre las disciplinas de la economía y de la geografía resulta muy difícil. El geógrafo Martin asegura con resignación que “un diálogo de sordos parece más probable” (2013, 255).