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  • Poco despu s el de julio

    2019-06-11

    Poco después, el 19 de julio (y reimpreso en al menos siete números siguientes), se publica en la última página del mismo diario un anuncio donde de nuevo figura la América poética, esta vez entre las novedades de la mencionada librería. La acompañan ahora La guerra de las mujeres (1845) de Alejandro Dumas, Picciola (1836) de X. B. Saintine, Historia de los girondinos (1847) de Alphonse de Lamartine, Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan Swift, Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe y La risa: enciclopedia de extravagancias (1843-1844). De este selecto séquito de primicias, la antología de Gutiérrez resulta diversa, puesto que su naturaleza es distinta de las demás: se trata de una “colección lírica” mientras el resto lo conforman obras en prosa, especialmente adscriptas al género “novela”; con la enciclopedia de extravagancias son las únicas escritas en español (la gran mayoría son traducciones del francés y del inglés); y—peculiaridad que destaca— es la única de procedencia americana. Cabe decir que una lista no muy heterogénea se publica durante los meses de noviembre y diciembre, ahora con algunas incorporaciones mexicanas y en el contexto de la Feria de San Juan de los Lagos. Sin embargo, la nota más llamativa se da jak kinase conocer el 6 de septiembre de 1849- El texto sin firma lleva por título “Academia de Letrán” y en él se narran los sucesos en torno a la elección del himno nacional. En 1848, el pianista austríaco Henri Herz ofrece componer un himno, sorprendido de que la nación no contara con uno. La Academia de Letrán, nacida en el Colegio de San Juan de Letrán a instancias de José María Lacunza en 1836, no tenía por ese entonces la regularidad y cohesión de sus mejores días; sin embargo, asume como propia la propuesta, desempeña el encargo y convoca a un concurso para elegir la letra del canto nacional. El 3 de septiembre se reúnen los más prestigiosos miembros del grupo —entre ellos Lacunza, Prieto, Quintana Roo, Carpio, Pesado, Lafragua y Arango— para conocer el dictamen sobre las dieciséis obras presentadas. Se leen las composiciones y en seguida el juicio de la comisión calificadora: el ganador es Andrés Davis Bradburn, hijo de uno de los oficiales ingleses venidos al país en la expedición de Francisco Javier Mina, cuyo poema resulta jak kinase “preferible para cantarse por ahora”, “aunque el mérito literario de la segunda sea igual, si no superior a Nonpermissive conditions aquella”. Esta segunda letra pertenece a Félix María Escalante. Y aquí lo que interesa: El que sea la América poética el galardón escogido para premiar a Escalante persuade con suficiente argumento de la consideración y estima con que los lateranenses reputaron la colección, ligada —a partir de esta pequeña anécdota— a la historia de la lírica “patriótica”.
    A modo de conclusión La distancia, lo accidentado del trato, la falta de vínculos, en fin, el alejamiento geográfico e histórico que separa a México de las naciones sudamericanas tornan poco enérgicas las relaciones entre los intelectuales coetáneos. Las revistas, por su parte, llegan de forma fragmentaria y casi siempre con una pobre participación vernácula. Pese a esto, la América poética ni desmerece el lugar y preponderancia asignado a México ni relega los materiales provenientes de las publicaciones periódicas. Todo lo contrario. Gutiérrez dispone de algunos libros, entre ellos la Colección de poesías mejicanas de Mora y, sin embargo, concede a las revistas literarias una activa participación. Muchas pueden ser las razones de esta preferencia: dejemos apuntadas solo dos. La generación que sostiene ideológicamente el plan de la antología —la del 37— tiene respecto del diarismo en general una firme confianza, tanto por la democratización que garantiza su accionar, como por la incidencia que asegura en la opinión pública. Aun así, el rasgo que mejor se ajusta al propósito de la antología es su actualidad, su espíritu novedoso y sensible a la temperatura de los tiempos que corren. La América poética se quiere contemporánea, se precia de reunir en sus páginas poetas “vivos, o muy recientemente muertos, cargados de promesas, en la flor de la juventud” (viii): de esto a que su mejor cantera sean las revistas literarias del día media un solo paso. Además, este tipo de publicaciones hacen ostensibles las tendencias literarias en boga, la adhesión o rechazo que suscitan y las preferencias poéticas de los lectores, aspectos en absoluto desdeñados por el compilador.